lunes, 9 de noviembre de 2009

EMPRESAS FAMILIARES. Hable ahora... y exprésese siempre. Por Carlos Srebrow

Compañeros: les dejo un resumen de un texto sobre pequeños gestos de innovación en una empresa familiar. Creo que mi trabajo final rondará en base a esta temática. Saludos y gracias.

“De lo que no se puede hablar, mejor es callarse la boca.” Este es un lema que suele guiar la vida de más de una empresa familiar. Una historia de cosas no dichas, de malos entendidos, de presupuestos de lo que el otro piensa terminan conformando una verdadera cultura del silencio. Mientras la empresa está en un cierto equilibrio, el problema queda cubierto, pero cuando algunos acontecimientos hacen aflorar las cuentas pendientes, estalla el conflicto. ¿La solución? Acostumbrarse a la palabra como una forma distinta de cultura.

Miedo a hablar: Es bastante habitual encontrar familias para las cuales hablar de ciertos temas provoca temor a su desintegración, a la muerte de alguno de sus integrantes o a la pérdida de amor y de confianza. Por eso, se evita hablar de algunas dificultades en lo personal y en lo profesional, de las habilidades o las incapacidaes para llevar adelante el negocio, o de ciertas cuentas no saldadas que pasan de generación en generación. Estas familias son reacias a las revisiones. Muchas veces el silencio alimenta malos entendidos, fantasmas, temores, traiciones, en relación con el proyecto común. Nada sucede hasta que el conflicto llega a un punto máximo, algunas veces por el efecto de la situación interna y otras de las condiciones externas. En ese momento, la bomba de tiempo estalla y aparece explícito el enfrentamiento. El estallido hace temer lo peor para la sobrevivencia de la empresa y de la familia. Si el conflicto es muy grande, la explosión resulta cruenta e irreparable; casi no hay posibilidad de compatibilizar, acordar y negociar. La ruptura y la dispersión tan temida aparece, casi como la profecía autocumplida. No obstante, en muchos casos, puede aparecer un espacio para la negociación y la posibilidad de hablar con distintos resultados.

Un Dialecto Empresario: La experiencia de haberme enfrentado en muchas ocasiones con estos silencios y temores familiares me permite acercar algunas reflexiones que pueden ser de ayuda para todo aquél que se encuentre involucrado en esta trama ya sea actor, gestor o asesor —es bastante habitual encontrar terceros que son observadores de estos choques y no saben cómo manejarse para quedar protegidos y, al mismo tiempo, ayudar—. Este tipo de cultura del silencio me hace recordar una máxima de Ludwig Wittgenstein: “De lo que no se puede hablar, mejor es callarse la boca”. Esta expresión permite varias interpretaciones. Una es “se acabó el momento de las palabras, debemos encontrar otra vía”. Otra expresa “hablemos solamente en el momento oportuno”. Pero hay una tercera deducción que indica algo más autoritario: la negación elevada al cuadrado, una prohibición con doble cerrojo. Esta última formulación abre el espacio a una pregunta: ¿Por dónde y cómo hablarán entonces? ¿En qué otros espacios construirán su lenguaje para eludir tamaña represión? Toda familia que cultiva un espacio de silencio a partir de innombrables, de puntos ciegos, de fantasmas a los que debe mantener a raya, es sumamente creativa para encontrar vías de expresión de lo no expresable. La empresa familiar, los negocios de familia, el patrimonio familiar y el trabajo en familia constituyen lugares apropiados para que inventen un dialecto para poder hablar de lo que no tienen permitido hablar. En realidad se genera un lenguaje particular propio de esa organización sobre distintas temáticas que giran siempre alrededor de los mismos planteos y de las mismas situaciones. Cuando, por ejemplo, no se le puede decir a un familiar que no es suficientemente hábil para realizar una determinada actividad, se le hace notar su incapacidad, preguntándole reiteradamente por qué motivo las ventas han bajado o por qué cierta máquina no funciona. No se le suele decir: “Mirá, sentémonos a revisar tu gestión, para ver si necesitán ayuda de un técnico o si hay que poner un colaborador”. Por el contrario, se insiste con que “la máquina no anda” y “la máquina no anda“. Llega a un punto en que se sabe que cuando se está hablando de desperfectos en la maquinaria, se está haciendo referencia a aquello de lo que no se puede hablar. Este dialecto reiterativo permite expresar lo que no se puede decir abiertamente. En este tipo de empresas, muchas discusiones, tecnológicas, económicas y financieras dirimen, en realidad, situaciones de afecto y de emoción que tienen que ver con la estructura y la historia familiar. Así la empresa se va edificando y construyendo entre el “silencio familiar” y el “hablar empresario”. El producto de esta actividad se convierte en una estructura social trabajada por la acción de los distintos actores y las sucesivas generaciones recíprocamente sometidas al gatillado de los contextos a los que debe dar respuesta para poder sobrevivir como familia y como empresa.

1 comentario:

  1. seguimos con don Carlos, lo que plantea por lo que es muy difícil intervenir en las empresas familiares, es porque es el lugar de encuentro de dos lógicas, la lógica de los números y la lógica de las emociones (aunque si seguimos a Maturana, dice que toda razonamiento tiene un fundamento emocional) y propone para salir de ese intríngulis el consejo de Familia, un lugar en donde se pueda discutir aquellas cuestiones de la familia y la empresa. No hay que confundirlo con protocolo, es otro el objetivo, e

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